Gravedad de las consecuencias del ciberacoso.
Gravedad
de las consecuencias del
ciberacoso.
Belsey. El “ciberbullying” es el uso de los medios telemáticos (Internet, telefonía móvil y videojuegos online principalmente) para ejercer el acoso psicológico entre iguales. No se trata aquí el acoso o abuso de índole estrictamente sexual ni los casos en los que personas adultas intervienen.
El acoso escolar y el ciberacoso (en inglés “bullying” y “cyberbullying” respectivamente), son formas de violencia entre iguales que se dan tanto en la escuela – acoso – como en la Red – ciberacoso – a partir de las relaciones que emergen en la vida escolar.
El ciberacoso implica un daño recurrente y repetitivo infligido a través del medio del texto electrónico. Y el “ciberbullying” se define como acoso entre iguales en el entorno TIC, e incluye actuaciones de chantaje, vejaciones e insultos de niños a otros niños.
Según R.B. Standler, el acoso pretende causar angustia emocional, preocupación, y no tiene propósito legítimo para la elección de comunicaciones. El acoso escolar y el ciberacoso que sufren muchos niños y niñas tienen repercusiones negativas en su bienestar, en su desarrollo y en el ejercicio de sus derechos.
Los gobiernos, las autoridades educativas, los centros educativos, los profesores y las ➶➹profesoras, las familias y los mismos niños y niñas deben hacer sus mejores esfuerzos para que esto no ocurra. Estamos ante un caso de “ciberbullying” cuando un o una menor atormenta, amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro/a mediante Internet, teléfonos móviles, consolas de juegos u otras tecnologías telemáticas.
El ciberbullying puede comenzar en torno a los 9 años y normalmente finaliza sobre los 14. Después de esa edad suele convertirse en acoso sexual. Según el estudio “Juventud y Violencia”, de la Fundación Pfizer, el 11,6 por ciento de los adolescentes españoles de entre 12 y 18 años ha sufrido maltrato psicológico a través de la Red y un 8,1 por ciento lo ha sufrido a través del móvil.
El adelantamiento progresivo de la edad a la que los padres, en proporción creciente, están regalando este dispositivo a los hijos menores refleja, por un lado, la influencia de una sociedad del consumo de lo último, junto a la fascinación generalizada hacia todo lo tecnológico.
Es evidente que el uso de un Smartphone por parte de un menor constituye cuando menos una cuestión educativamente preocupante.
La percepción es que ha cogido desprevenidos a todos, también a la educación con sus dimensiones y tareas, y entre sus principales agentes, a los padres y a los profesores. Por su parte, los menores, niños y adolescentes, están introduciéndose de manera espontánea y natural, ausente de miedos y de prejuicios, en algo que forma parte de su mundo.
El aprendizaje de los chicos en todo esto sigue una secuencia habitual en el aprendizaje de conductas y hábitos consiguientes: ver-interesarse-mirar-tocar-observar-imitar-ensayo-error-desearlo-tenerlo-lograrlo-usarlo.

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